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► Continente que limita con el mar Mediterráneo al N (que lo separa de Europa), el océano Índico y el mar Rojo al E (restando unida a Asia por el pequeño istmo de Suez), el cabo de Buena Esperanza (entre el Índico y el Atlántico) al S y el océano Atlántico al O. Tiene un total de unos 784 400 000 h. El continente africano, con una extensión de 30 271 000 km2, ocupa el tercer lugar del mundo, tras Asia y América. La mayor parte del territorio se halla conformada por un extenso escudo excavado por amplias cuencas (Congo, Chad y Kalahari), bordeado en su límite N por el Atlas y al S por la cordillera de El Cabo. En su lado E se levantan macizos como el Kenia y el volcán Kilimanjaro (5 895 m), que constituyen las mayores altitudes africanas. Litoral gralte. rectilíneo y con pocos puertos naturales. Destacan los ríos Nilo, Congo, Zambeze y Níger que, por las numerosas cascadas existentes en sus recorridos, no son buenas vías de comunicación. Climáticamente se distinguen cuatro zonas: clima mediterráneo en el NO y en el S (El Cabo); subtropical en las regiones desérticas del Sáhara, Egipto, Somalia, Kalahari y Namibia; tropical en el Sudán y en las cuencas del Congo (parte S) y del Zambeze; y ecuatorial en la cuenca del Congo y en el litoral del golfo de Guinea, donde se dan extensas selvas. Mosaico de enorme disparidad política, étnica y económica, es un continente de baja densidad de población (12 h/km2, menos del 20% de la población mundial), con extensas áreas despobladas y otras con gran concentración poblacional (curso bajo del Nilo). Predominio rural y red urbana casi inexistente. Alta tasa de natalidad, con las peores cifras de esperanza de vida de todo el mundo. Bajo desarrollo económico; con excepción de los países árabes del N y de Sudáfrica, el resto malvive de la exportación de materias primas. Inexistencia de infraestructura para evolucionar y deuda exterior muy alta caracterizan a la mayor parte de los países africanos, cuyas economías se mantienen en el nivel de subsistencia.
► HISTORIA La geografía del continente africano, caracterizada por desiertos y selvas impenetrables, lo ha mantenido, salvo en la ribera del Mediterráneo, al margen de influencias exteriores; esta es la causa de que se hayan conservado las culturas del África negra en un estadio neolítico hasta prácticamente el s. XIX. Estos pueblos no desarrollaron una organización urbana y mucho menos nacional o estatal, ni consideraron la propiedad privada, por lo que no tuvieron necesidad de desarrollar la escritura para transmitir su cultura. En el N, Egipto constituyó un núcleo de civilización original importantísimo, que estableció una corriente de influencias mutuas con Grecia. Por su parte, el Magreb fue colonizado sucesivamente por fenicios, griegos y romanos. A pesar de períodos de esplendor como el de Cartago, el N de África no pudo ofrecer centros de poder y cultura autóctonos y duraderos. La expansión musulmana por las riberas del Mediterráneo y el Índico, a partir del s. VII, respondió a motivaciones religiosas (Guerra Santa) y económicas (rutas comerciales y obtención de materias primas y esclavos). En los ss. XV y XVI españoles y portugueses abordaron el continente buscando rutas alternativas para el comercio con Oriente, monopolizado por el islam. La presencia europea se limitó al principio a las costas, donde creó enclaves que servían de puntos de aprovisionamiento de las flotas comerciales y, posteriormente, de lugares de intercambio y puertos de embarque de esclavos. El tráfico de esclavos se desarrolló extraordinariamente en el s. XVIII debido a la demanda americana, lo que provocó un enorme quebranto demográfico en África. También en el s. XVIII se llevaron a cabo grandes expediciones exploradoras y científicas que facilitaron la colonización efectiva en el s. XIX. La primera muestra del nuevo tipo de colonialismo la protagonizaron los holandeses en Sudáfrica, donde establecieron una ocupación plena y una absoluta segregación racial. La búsqueda de materias primas y mercados, y el control de las rutas comerciales generaron una carrera entre potencias coloniales. Resultaron beneficiados los vencedores de la Primera Guerra Mundial, Francia, Gran Bretaña y Bélgica. El reparto territorial se hizo arbitrariamente, trazando fronteras artificiales que no respondían a criterios étnicos o históricos. Cuando estos estados alcanzaron su independencia tras la Segunda Guerra Mundial, estallaron muchísimos conflictos entre países y entre etnias en el interior de varios de ellos. Los primeros países en alcanzar su independencia fueron los del área británica; los siguieron los del Imperio francés, a menudo después de sangrientos conflictos (Marruecos, Argelia). Los últimos fueron los dominios portugueses, que solo se independizaron cuando la Revolución de los Claveles derrocó al régimen salazarista y puso fin a la guerra en Angola y Mozambique. La colonización tuvo por efecto la desarticulación de las formas económicas tradicionales, lo que introdujo a África en el capitalismo mundial de forma subordinada. Por todo ello, la situación actual se caracteriza por la crisis económica, el hambre en algunos países y la inestabilidad social: aunque se ha superado el régimen del apartheid en Sudáfrica, los conflictos étnicos se han recrudecido en países como Ruanda y el integrismo islámico tiene una fuerte implantación en otros como Argelia, Egipto o Sudán.
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Enciclopedia Universal. 2012.