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Glándula sebácea
Las glándula sebáceas están situada en la dermis media y formadas por células llenas de lípidos que se desarrollan embriológicamente en el cuarto mes de gestación, como una gemación epitelial del folículo piloso. Esta glándula se caracteriza por sintetizar el sebo, sustancia lipídica cuya función es la de lubricar y proteger la superficie de la piel. Esta secreción glandular es de carácter continuo, con cierta predominancia durante el anagen del ciclo del folículo piloso. La secreción de cada lóbulo es de carácter holócrino, es decir, con ruptura de las células individuales, drenando desde los acinos al conducto sebáceo principal que va a desembocar en el canal piloso. Estas glándulas se encuentran en toda la piel, a excepción de las regiones palmoplantares, variando en tamaño y número según su localización: en la cara y cuero cabelludo son grandes y numerosas (400 a 900 por cm²), en el tronco son pequeñas y menos abundantes, incrementándose en la parte anterior del tórax y línea media de la espalda. Al microscopio electrónico se observa que las células periféricas glandulares contienen tonofilamentos, reflejando su origen epidérmico, y escasos lípidos. A medida que los lípidos se forman, el glucógeno se va consumiendo, los tonofilamentos se van desplazando y el citoplasma se rellena de vacuolas. En la célula las vacuolas se fusionan entre sí provocando un aumento de tamaño hasta cien veces el normal, adquiriendo un aspecto de célula de cuerpo extraño. En un estadío posterior se desorganiza la membrana y la célula se rompe eliminando su contenido al canal sebáceo.

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Pequeña glándula de la piel productora de aceite, conectada habitualmente con un folículo piloso (ver pelo por un conducto en el cual libera sebo, un componente de la película de ligera grasitud que cubre la piel, que sirve para mantenerla flexible e impide que se pierda o se absorba agua en exceso. Las glándulas se distribuyen por todo el cuerpo, salvo en las palmas y las plantas, y son más abundantes en la cara y en el cuero cabelludo. Son grandes y bien desarrolladas al nacer, se encogen en la niñez y vuelven a crecer, aumentando su producción de sebo en la pubertad (aparentemente en respuesta a las hormonas masculinas), contribuyendo a menudo al acné.

Enciclopedia Universal. 2012.