Proceso para la fundición de mineral de hierro.
En tiempos antiguos, para la fundición de minerales se hacía un lecho de carbón vegetal encendido al rojo vivo en un horno al que se le agregaba mena de hierro mezclada con más carbón vegetal. El mineral se reducía químicamente (ver oxidación-reducción), pero debido a que los hornos primitivos no eran capaces de alcanzar la temperatura de fusión del hierro, el producto era una masa esponjosa de glóbulos pastosos de metal entremezclados con una escoria semilíquida. Este producto, que a duras penas se podía usar, conocido con el nombre de tocho, podía pesar hasta 5 kg (10 lb). Repetidos recalentamientos y martilleos en caliente eliminaban gran parte de la escoria, creando el hierro forjado, un producto mucho mejor. Hacia el s. XV, muchas de las plantas de fundición y forja usaban hornos de cuba bajos con energía hidráulica para accionar los fuelles, y el tocho que podía pesar sobre 100 kg (200 lb) se extraía a través de la parte superior de la cuba. La versión final de este tipo de planta de fundición y forja baja sobrevivió en España hasta el s. XIX. Otro diseño, el horno alto de fundición tenía una cuba de mayor altura y evolucionó en la forma del Stückofen, el cual producía tochos tan grandes que había que sacarlos a través de una abertura frontal.
Enciclopedia Universal. 2012.