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Aumento brusco en la resistencia aerodinámica por viscosidad del aire que ocurre al acercarse una aeronave a la velocidad del sonido.
Al nivel del mar, la velocidad del sonido es de unos 1.200 km (750 mi) por hora, y a 11.000 m (36.000 pies) es de unos 1.050 km (650 mi) por hora. La barrera del sonido fue inicialmente un obstáculo para el vuelo supersónico. Si una nave aérea vuela a una velocidad algo menor a la velocidad del sonido, las ondas de presión (ondas de sonido) que genera superan en velocidad a sus fuentes y se propagan adelantándose a ella. Una vez que la aeronave alcanza la velocidad del sonido, las ondas no pueden evitar ser alcanzadas por ella. Fuertes ondas de choque locales se forman en sus alas y fuselaje; el flujo del aire alrededor de la nave se hace inestable, y pueden ocurrir severas sacudidas, con serios problemas de estabilidad y pérdida de control sobre ciertas características de vuelo. En general, las aeronaves diseñadas para vuelo supersónico tienen poca dificultad para superar la barrera del sonido, pero en aquellas diseñadas para operar en forma eficiente a velocidades subsónicas, el efecto puede llegar a ser muy peligroso. El primer piloto en superar la barrera del sonido fue Chuck Yeager (1947), en la aeronave experimental X-1.
Enciclopedia Universal. 2012.