Ofrenda de la vida de un ser humano a un dios.
En algunas culturas antiguas, matar un ser humano, o sustituir un animal por una persona constituía un intento de comulgar con el dios y participar de la vida divina. A veces, también se utilizaba para tratar de aplacar al dios y expiar los pecados de la gente. Esta práctica era muy común entre los pueblos agrarios (p. ej., en el antiguo Cercano Oriente), quienes buscaban garantizar la fertilidad de la tierra. Cada año, los aztecas sacrificaban miles de víctimas (a menudo esclavos o prisioneros de guerra) al Sol, y los incas realizaban sacrificios humanos cuando un nuevo gobernante ascendía al poder. En el antiguo Egipto y en otros lugares de África, el sacrificio humano estaba relacionado con el culto a los antepasados, y los esclavos y sirvientes eran enterrados muertos o vivos con los reyes fallecidos para que sirvieran a sus amos en la otra vida. En China existía una tradición similar. Entre los pueblos europeos, los celtas y los germánicos también practicaban el sacrificio humano.
Enciclopedia Universal. 2012.