Estudio de los cuerpos celestes mediante la medición de la energía que emiten o reflejan en el rango de longitud de las ondas de radio.
Se inició en 1931 cuando Karl Jansky descubrió ondas de radio provenientes de una fuente extraterrestre. Después de 1945, grandes antenas parabólicas, receptores sensibles y métodos de procesamiento de datos, así como radiointerferómetros, permitieron a los astrónomos estudiar de fuentes más débiles y obtener mayores detalles. Como las ondas de radio penetran la mayor parte del gas y polvo presente en el espacio, entregan una imagen mucho más clara del centro y de la estructura misma de la Vía Láctea, de lo que se obtiene con observaciones ópticas. Esto ha permitido estudios detallados de su medio interestelar y el descubrimiento de objetos cósmicos previamente desconocidos (p. ej., pulsares, quasars). En la astronomía radárica, las señales de radio son enviadas a objetos o fenómenos cercanos a la Tierra (p. ej., estelas de meteoros, la Luna, asteroides, planetas cercanos) y las ondas reflejadas son detectadas, lo que permite mediciones precisas de las distancias de los objetos y de su estructura superficial. Gracias a que las ondas de radar pueden penetrar incluso nubes densas, han dado la posibilidad a los astrónomos de elaborar mapas de la superficie de Venus. Estudios de radio y de radar de la Luna revelaron, antes de los alunizajes, que su superficie era arenosa. Las observaciones de radio han contribuido también en gran medida al conocimiento del Sol. See also radiotelescopio.
Enciclopedia Universal. 2012.