Estilo arquitectónico europeo que se extendió desde mediados del s.
XII hasta el s. XVI. Se caracteriza por la construcción de albañilería con espacios cavernosos y por la tracería sobre la extensión de los muros. En los s. XII y XIII, proezas de ingeniería hicieron posible edificios cada vez más gigantescos. La bóveda con nervaduras, el arbotante y el arco ojival (gótico) fueron usados como solución a los problemas de construir estructuras muy altas, que recibieran en su interior la mayor cantidad de luz natural posible. Los vitrales filtraban y coloreaban esa luz generando llamativos efectos. Uno de los primeros edificios en combinar estos elementos en un estilo coherente fue la abadía de Saint-Denis, París ( 1135–44). Francia dominó el gótico clásico ( 1250–1300), pregonado por la catedral de Chartres, en especial con el desarrollo del estilo radiante. Gran Bretaña, Alemania y España produjeron variaciones de este estilo, mientras que el gótico italiano siguió su propio curso con el uso del ladrillo y del mármol en lugar de la piedra. La cima de la arquitectura gótica tardía (s. XV) se alcanzó en Alemania con sus iglesias salón abovedadas. Ejemplos de otros estilos góticos son el estilo perpendicular británico y el estilo flamígero francés y español.
Enciclopedia Universal. 2012.